“No la humille, acuérdese que usted nació de una mujer, no de una planta”

Por Ana María Ford

Había que tener agallas  para hacer oir la voz de mujer en el universo de los frigoríficos de hace setenta y pico de años. Un mundo rudo, sanguinolento, oloroso a bosta y vísceras. Un mundo  en el que la jornada de trabajo podía extenderse de sol a sol (y no es un eufemismo).

Berisso nació, allá por 1870, un  rancherío que  fue naciendo en la cercanía de los saladeros. Cerca, a unos pocos kilómetros, brillaba el sueño de Dardo Rocha, la ciudad de La Plata.

Pero la historia de hoy no comenzaría en Berisso, sino en Buenos Aires. Era 1908. Allí, en uno de los cientos de conventillos en los que se escuchaban todos los idiomas. Vivían  Agustín Bernabiti y Natalia Souto. Él había escapado de Italia, perseguido por su militancia anarquista, a los 18 años. Ella era una inmigrante española que buscó escapar de la miseria.

El 25 de diciembre de ese 1908, nació una niña a la que llamaron María, su hermanita, Josefa, tenía un año.

Agustín  había conseguido un buen trabajo como ebanista en el Teatro Colón, pero pronto fue perseguido, acá también, por sus protagonismos en los grupos anarquistas.

Decidió alejarse de esa  zona de riesgo y junto con su familia se trasladó a La Pampa donde fue trabajador rural.

Llegó el amor

María tenía 16 años cuando conoció a Vicente Roldán  del que sólo se sabe que había trabajado en la industria de la carne. Se casaron y tuvieron dos varones (uno murió  a poco de nacer) y una niña.  Hacia 1930 María, Vicente y los dos niños dejaron La Pampa para  irse a Berisso donde vivieron en un conventillo de la emblemática calle Nueva York.  Por contactos con el dirigente sindical Cipriano Reyes, ambos consiguieron trabajo. Vicente en el frigorífico Armour y ella en el Swift, en una sección en la que ocupaban a 1.200 (mil doscientas) mujeres en jornadas que se extendían  hasta trece horas.

No pasó mucho tiempo y María se distinguió por su ascendiente sobre las otras mujeres. El sindicalismo se fortalecía y el mismo Cipriano Reyes la recomendó como delegada del  Swift. Fue la primera dirigente sindical de Latinoamérica. Por  ese mismo tiempo falleció Vicente, su esposo, abatido por el rigor de las condiciones de trabajo. Fácil es imaginar lo  difícil que era ser mujer en ese mundo dominado por el más acérrimo machismo.

María, que solía llevar un revólver en la cartera,  galvanizó sus condiciones natas de líder defendiendo ardorosamente a sus compañeras, atrapadas por la maraña de la necesidad, la injusticia y la sumisión.

En 1943, junto con Cipriano Reyes  fundaron el Sindicato Autónomo de la Carne; era la única mujer en la Comisión Directiva.

La huelga

Su empuje la llevó a desempeñar un papel protagónico en la huelga que paralizó al Armour y al Swift por 96 días. Finalmente la patronal, encarnada en capitales norteamericanos, cedió, aceptó los 14 puntos del petitorio que apuntaban, fundamentalmente, a humanizar el trabajo y la huelga se levantó. Resaltan los historiadores que fue (la huelga) una medida sin precedentes en el mundo.

María siguió peleando por los derechos de todos. Los tiempos se precipitaban. El nombre de un tal Juan Perón en quien los obreros comenzaron a poner su confianza. La comunicación entre María y Cipriano Reyes era constante.  Cuando supieron que el coronel Perón había sido confinado en la isla Martín  García, la decisión fue fulminante.

En la mañana del 16 de octubre de 1945 Reyes le ordenó que paralizara los dos frigoríficos y marcharan hacia La Plata. Los obreros se concentraron en la plaza San Martín y allí María los arengó. (En esa circunstancia habría nacido la consigna ¡la vida por Perón!)

Y cuando, al día siguiente, 17, la plaza de Mayo rebalsó de obreros que clamaban por la presencia de Perón, también se escuchó la voz de la aguerrida dirigente

Con el coronel como candidato para las elecciones del 24 de febrero del año siguiente, María Roldán, siempre al lado de Cipriano  Reyes, participó de la fundación del Partido Laborista que aportara fundamental caudal de votos al naciente peronismo. Al mismo tiempo luchaba por la ley del sufragio femenino, por el derecho a elegir y ser elegidas.

El silencio

Con Perón presidente, el trabajo de la líder sindical supo de conquistas laborales por las que había luchado tanto. En 1951 su insistencia fue  la base de la construcción del primer  barrio obrero que se levantó en Berisso.

Pero algún sol comenzó a declinar… Cipriano Reyes (a quien algunos historiadores juzgan el verdadero artífice del 17 de octubre) se enfrentó con Perón. Y no le fue bien. El Partido Laborista fue disuelto.  María no pudo evitar que esa situación la tocara. Y su influencia se debilitó, presa en una red tan intrincada como las que envolvieron a los sindicatos en todos los tiempos.

María Bernaviti de Roldán, la luchadora, fue víctima de la invisibilización.  Qué fue de ella después de esos años liminares del  movimiento peronista, qué fue de sus hijos… difícil rastrearlo. A menos que se tenga acceso a un libro de 500 páginas del escritor inglés Daniel james titulado “Doña María Roldán, ejemplo de vida, memoria e identidad política”.

Murió en Berisso en  el 3 (o el 6) julio de 1989.

Dato I

Una vez, el supervisor se paró delante de una de sus compañeras y le gritó: “Usted es una inútil”. La mujer se quedó callada y agachó la cabeza. María no aguantó.

—Esta señora tiene esposo, es una señora y madre de familia. ¿Con qué derecho la trata de inútil?

—Y si no sabe trabajar…, respondió el capataz.

—Tenga el respeto, señor jefe, de llamarla a solas en su oficina y explicarle a esta obrera lo que pasa, pero no la insulte delante de todos. Acuérdese de que usted nació de una mujer, no de una planta ¿o no nació de una mujer usted?

Dato II

Si Perón no aparece en la Plaza de Mayo vivo y sano antes de las 12 de la noche, los obreros seguiremos sin trabajar, paralizando al pueblo argentino pase lo que pase. ¡La vida por Perón!