Malbec: una cepa insignia en Argentina, y una recomendación local

En toda nuestro país, hay casi 46 mil hectáreas plantadas con Malbec. Desde Trenque Lauquen, algunas recomendaciones de Rubén Savy.

El pasado 17 de abril se celebró el Día Internacional del Malbec, la uva insignia de nuestro país, la que ha llevado a la vitivinicultura nacional a los primeros lugares del mundo contando año a año con vinos multipremiados. Es por ello que abril se considera el Mes del Malbec y desde La Opinión vamos a repasar algo de su rica historia.

En este marco, Rubén Savy, de Tienda de Vinos, ubicada en Belgrano 328 de Trenque Lauquen, con 8 años en el rubro de la venta de vinos y destilados junto a sus hijos Pablo y Cristian, recomendó un “caballito de batalla”, un vino con buena relación precio-calidad: el Doña Paula State, un tinto cumplidor, siempre correcto, de nariz floral y muy fácil de conseguir.

Mucha gente en el país considera que la uva Malbec es una variedad local y es una fantasía que no sería muy irreal si no fuera por el hecho de que la Malbec fue muy notable en Francia. Así lo explican Alejandro Vigil y Laura Catena en el libro “Malbec Mon Amour”: “La cantidad de formas en que se denomina a la uva en el Viejo Continente da cuenta de su historia prolongada y diversa. A mediados de 1960 se habían identificado más de mil términos, según la zona de cultivo o el apellido de quien había introducido la cepa, nombres como Cot en el valle de Loira, Malbeck Doux en la Gironda; Luckens en Médoc; Pressac en la zona de Libourne o Auxerrois en Cahors, solo por citar algunos”.

Burdeos vs. Borgoña

Lo cierto es que en Burdeos, en los siglos XVIII y XIX, con su vinos claritos y livianos, casi tirando a rosados, se diferenciaban mucho del Pinot Noir de la Borgoña, que era denso, frutado y de color intenso. “Es probable que el Malbec haya impulsado la transformación del tinto de Burdeos en un estilo más concentrado, que es el que conocemos hoy. En cambio, actualmente, el Pinot Noir es un vino de menor grosor, sumamente delicado y con baja intensidad de color”, es por ello que el Malbec ha sido utilizado siempre, en el Viejo Continente, como vino de corte o mezcla.

Al Malbec también se lo conoce como el “Vino Negro”. No se sabe con exactitud el origen del apelativo, pero se supone que puede ser porque se creía que cosechando las uvas de noche mejoraba la calidad del vino, o bien porque el Malbec teñía los dientes y la lengua debido a su intenso color.

Fue en la llegada al “Nuevo Mundo” donde los vinos y viñedos de Estados Unidos iniciaron el camino a vinos varietales, y que en Argentina pisó fuerte la cepa Malbec, gracias a la gran diversidad de suelo y clima a lo largo y ancho del país.

Estudios de ADN realizados en 2009 en Francia determinaron que la uva Magdeleine Noir era la madre del Malbec y la uva Prunelard, su padre. Se piensa que el cruzamiento probablemente haya ocurrido a orillas del rio Lot, en la región de Cahors, tal vez antes de la conquista de Francia por parte de las legiones romanas, o bien durante la Edad Media. “El éxito que el Malbec tuvo en Argentina es de verdad insólito: en ningún otro país la variedad estalló de la manera en la que lo hizo aquí. Se convirtió en el punto fuerte en relación a exportaciones, logrando una identificación instantánea con el país y constituyendo el punto fuerte en mercados internacionales. Esto tiene que ver, en gran parte, con la amplia gama de expresiones que el Malbec tiene en el país, donde su perfil varía a través de suelos y climas de Patagonia, Cuyo y el Noroeste” dice el sommelier y comunicador Mariano Braga en su reciente revista “MalbecGo”.

Mendoza

La uva Malbec es una sola, pero en cada punto geográfico del país cambia, se transforma y gana en acidez, en taninos o aromas. Es por ello que un Malbec del norte será muy diferente a uno del sur, o uno de “altura” tendrá sus cualidades en relación a los del llano.

En Mendoza, la cercanía -o lejanía- en relación a la Cordillera de los Andes influye muchísimo en la composición del suelo. Esto, unido a ciertas particularidades climáticas, hace que puedan identificarse tres grandes terruños.

Luján de Cuyo: Llamada “La Primera Zona” por ser la región de los primeros viñedos de la

provincia, sus altitudes no superan los 1.000 metros sobre el nivel del mar. Aquí el Malbec, especialmente el de Agrelo, es carnoso, con taninos sedosos y una boca marcada por las frutas rojas maduras y las violetas.

El Este: De las zonas más tradicionales de la provincia, con altitudes de entre 500 y 800 metros sobre el nivel del mar, veranos calurosos y perfil desértico. Esta zona ofrece Malbec de volumen alcohólico relativamente alto y gran potencia aromática.

Valle de Uco: Aquí las altitudes de los viñedos comienzan superando los 1.000 metros sobre el nivel del mar y pueden rondar los 1.500. El clima de montaña genera una gran diferencia de temperatura entre el día y la noche, con altas dosis de luz solar. El perfil del Malbec de Valle de Uco está marcado por la fruta sobria, con la aparición de notas herbales y florales. Los taninos tienden a ser más marcados y la acidez, alta, determinando vinos de gran frescura.

San Juan

En San Juan, la otra mitad de la zona cuyana, se ofrecen dos lugares marcadamente distintos. Así, los Valles de Tulum y Ullum se ubican en la parte más llana de la zona vitivinícola sanjuanina, con características muy parecidas a las del Este de Mendoza y ofreciendo Malbec de gran potencia y taninos marcados.

En el Valle de Pedernal, mientras tanto, las altitudes comienzan a subir hasta los 1.500 metros sobre el nivel del mar uniéndose a suelos muy particulares de alto contenido de caliza. La acidez natural aparece como sello principal, unida a la textura de grano fino en los taninos característica de la influencia calcárea.

Salta

En Salta, en los Valles Calchaquíes, las altitudes superan ampliamente las del Valle de Uco mendocino, y suelen acomodarse entre los 1.500 y los más de 2.000 metros. En el primer rango de alturas, donde los días son más cálidos, hay suelos de contenido mayoritariamente arenoso. Allí el Malbec es goloso y frutado, con taninos dulzones y amables.

A medida que el altímetro va avanzando comienzan a aparecer las piedras y algo de arcilla. El volumen de boca en los Malbec aquí sigue siendo amplio y los taninos suaves, pero se incorpora una mayor acidez como equilibrio. Además, la nariz se vuelve más compleja, a veces con toques de especias y notas ahumadas.

El Sur

Mientras que en la Patagonia, Neuquén, La Pampa y Río Negro son, por ahora, las tres provincias donde se concentran casi todos los viñedos de Malbec, aunque hay también algunos desarrollos todavía experimentales en valles de Chubut, en donde las condiciones climáticas extremas ponen el jaque a la gran uva tinta de los argentinos.

En Neuquén y La Pampa, los Malbec se presentan con fruta roja madura, buen cuerpo y mucho equilibrio. En Río Negro, con temperaturas un poco más bajas, comienzan a aparecer los toques a flores y hierbas, las notas frutales se vuelven más frescas y los taninos más firmes. Y, en toda la zona está el viento como protagonista, lo que redunda en pieles más gruesas y tintos de alto color.