Hoy, mañana y siempre… todos somos Nicolás Agustín Guiyelo

El recuerdo de una madre y un pedido de justicia

¡Hola hijo!

Un día 11 de abril, pero de 2002, nacía mi hermoso bebé llamado Nicolás Agustín, tan chiquito, indefenso, un amor de persona, un ángel.

Un hijo más para Trenque Lauquen, muy querido por mucha gente que lo conocía. Toda tu infancia la tuviste en el campo, tus primeros pasos, tu primera silla de jardín, tu primaria.

Me levanto para decirte feliz cumpleaños y que se cumplan todos tus deseos. Pero no te lo puedo decir, hijo, ya no estás más con nosotros. No te tengo, no te puedo tocar, no te puedo abrazar, no puedo darte muchos besos. Reunirnos todos en familia como siempre lo hacíamos.

No lo podemos hacer porque unos inadaptados te quitaron la vida, no te dejaron disfrutar tu terminación de secundaria, tu egresado, tu título en Electromecánica. No te dejaron formar una familia, no te dejaron ser feliz, compartir, reír, ser feliz con tus hermanos, tus sobrinos… que te extrañan y te recuerdan siempre.

Esta gente egoísta, mala, que no valoraban la vida, no les importaba nada de nada.

Hijo, te extraño mucho, tus abrazos, tu sonrisa, tu todo. Siempre fuiste y serás un hijo de buen corazón. Te quiero mucho. Siempre recuerdo tu último beso que me diste, me dijiste hasta mañana, ma… y te fuiste bien de nuestra casa junto a Luciano. Y después, vi por última vez tu carita en la morgue. No puede ser, hijo, es mentira. Por ahí paso por la plaza, por tu escuela, por los lugares donde sabías andar; me gustaría verte entre la gente, pero te busco y no estás, hijo.

Yo voy a seguir luchando para que se haga justicia.

Justicia. Mañana (11 de abril) hubieras cumplido 21 añitos. Y pasó un año y tres meses y nada. Todos los días voy a verte, a visitarte al cementerio. Y ellos están bien en sus casas, es injusta la vida.

Te mando muchos besos al cielo. Te quiero mucho, te extraño. Toda nuestra familia está muerta en vida. Ya no es lo mismo para mí los cumpleaños, las navidades sin vos, sin papi, todo ha cambiado. Cada día que pasa es un puñal en mi corazón. Te quiero mucho mi ángel, mi rayo de luz. Quien te escribe, tu mamá.

Señores abogados, señores fiscales, señores jueces, quiero Justicia por mi hijo. Puede ser un hijo, un sobrino, su mamá o su papá. No hagamos oídos sordos, la Justicia tiene que ser para todos igual. Mi hijo quería vivir la vida. n

LILIANA ELISABET SEGOVIA DE GUIYELO