Día Mundial de la Hepatitis: vacunas, tratamientos y cómo se contagia cada una

Esta afección del hígado es viral pero también puede volverse crónica, y solo la mitad de las personas que la padece lo sabe.

La mitad de las personas que tienen hepatitis crónica desconoce su diagnóstico, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud de la Nación. En esa línea, la cartera sanitaria remarcó que es importante realizarse el test para poder acceder a los tratamientos y de esta manera evitar la transmisión del virus, así como complicaciones que pueden llevar a la cirrosis o el trasplante hepático.

“El gran problema de la hepatitis crónica es que se trata de una enfermedad silenciosa y las persona consultan cuando tienen síntomas; entonces es importante ‘ir a buscar’ el virus, sobre todo en el caso de la hepatitis C, que tiene un 30% de posibilidad de evolucionar a cirrosis”, expresaron desde la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE), en la víspera del Día Mundial de esta enfermedad que se conmemora cada 28 de julio.

La Palabra hepatitis significa inflamación del hígado. En la mayoría de los casos es provocada por virus y hay tres que son los que llevan a esta situación con más frecuencia, y se los denomina con una letra: A, B y C.

La hepatitis A se contagia principalmente por ingerir agua o alimentos contaminados, aunque también puede darse por contacto sexual anal. Los síntomas son aparición repentina de náuseas, vómitos y falta de apetito, fiebre, y en los primeros días la orina puede tornarse oscura y las heces pálidas. Con el correr de las semanas la persona puede ponerse amarilla. Esta hepatitis no tiene un tratamiento específico, suele autolimitarse y no evoluciona a formas crónicas, pero en algunos casos puede evolucionar a cuadros graves.

En tanto, desde que se incorporó la vacuna contra la hepatitis A en el calendario, con una dosis única aplicada al año de vida, hubo un marcado descenso de casos con la desaparición de los brotes epidémicos.

La hepatitis B se transmite principalmente por contacto directo con fluidos corporales como semen, secreciones vaginales o sangre, y no se transmite por saliva, sudor, lágrimas ni por leche materna, pero sí se puede hacerlo durante la gestación, por lo que es vital el control durante el embarazo y la vacunación al momento del nacimiento. Para esta hepatitis existe una vacuna que en Argentina se aplica a recién nacidos dentro de las 12 horas de vida, y otras dosis junto con las vacunas del Calendario a los 2, 4 y 6 meses de vida. También se aplica a otros grupos específicos como trabajadores de salud, personas en tratamiento de hemodiálisis y politransfundidas.

La hepatitis B puede volverse crónica y existen tratamientos altamente efectivos para estos casos que previenen la necesidad de trasplante, el desarrollo de cirrosis y cáncer de hígado, y disminuye la mortalidad.

En el caso de la hepatitis C no hay vacuna, pero sí hay tratamientos recientes, que duran entre 8 y 12 semanas, que permiten la cura. Aunque se puede presentar como una infección aguda, lo más frecuente es que se desarrolle de forma asintomática, evolucionando a una enfermedad crónica que con el tiempo puede conducir a cirrosis, cáncer de hígado y múltiples complicaciones fuera del hígado. La forma de transmisión es por contacto con sangre infectada al compartir agujas, jeringas o elementos cortopunzantes.

En tanto, por el Día Mundial contra las Hepatitis Virales, la SAHE impulsa una campaña de testeo gratuito que se extiende hasta el 1º de agosto en distintos puntos del país, que se pueden consultar en https://www.sahe.org.ar/es/centros-de-testeo-hepatitis. (DIB)